
El intercambio cultural debe entenderse en el plano del entregar saberes y conocimientos a una sociedad determinada. Los contenidos que editamos —en particular, el de las universidades— y las posibles negociaciones que propiciamos entre un autor y su lector posibilitan entender que lo que hacemos es una intermediación y que contribuimos de forma decidida a posibles cambios en una población.
La producción de conocimiento conduce a que pensemos desde nuestro oficio que la producción editorial académica y universitaria permite dinamizar el conocimiento, todo bajo la luz del sentido social, lo cual debe redundar en beneficio de todos los ciudadanos que integran nuestra sociedad.
El reto principal para la editorial universitaria es la edición de publicaciones de calidad, que permita hacer visible la producción de las instituciones de educación superior. Estar a la vanguardia con las tendencias y los requerimientos de la comunidad académica mundial —y de la sociedad en general— para que llegue al público; se trata de llegar a todos los potenciales lectores para que puedan interactuar con nuestros textos por medio del análisis, el debate, la discusión, todo con miras a ampliar los horizontes del conocimiento y de la ciencia.
Los contenidos que producen las editoriales universitarias pueden estar publicados, pero eso no significa que cumplan con el objetivo que animó su publicación, que sean usados, que sean parte del conocer de un determinado grupo social, es lo que debemos propiciar como editores.
Apartes del texto de Juan Felipe Córdoba-Restrepo, «Universidad y edición. Caminos abiertos para el debate y la crítica: textos académicos en América Latina», en: Boletín cultural y bibliográfico, vol. XLVIII, Núm. 86, Bogotá, 2014.