
Al debate se han sumado referentes del sector cultural argentino como el director de cine y televisión Juan José Campanella que comentaba, «la angustia de saber que un gran porcentaje de argentinos es así de fascista. Peor, que escriben “esta” con tilde cuando es seguida de un sustantivo. Doloroso.». Y continuaba: «En Kokoro Libros te atienden con camisa negra. La pregunta es si el kirchnerismo creó a estos fascistas o simplemente los reclutó. ¿O las dos cosas?»
Las librerías como espacios transmisores de la cultura y el pensamiento, lugares de encuentro, no debieran incitar, ni siquiera en broma a prácticas que coartan la libertad de expresión. Al día de hoy la cuenta de Twitter de Kokoro Libros se encuentra en modo privado y en su biografía se puede leer el siguiente mensaje «Pequeña Librería transfeminista de bellezas varias. No, no quemamos libros. Tenemos un catálogo tan bueno que estamos prendidxs». Pese a que desde la librería han querido comunicar que en ningún momento han convocado realmente la quema de libros, sino que se trataba de una broma, una ironía; lo cierto es que, en una situación compleja para el sector librero mundial y de manera especial para el argentino, este desliz en la comunicación de Kokoro Libros puede pasarle factura en una sociedad actual tan polarizada.